El proyecto propone la creación de nuevas puertas que conectan al país, sus paisajes y su cultura, no solo para los visitantes sino también para los habitantes locales. Ubicado en Leticia, el proyecto busca mejorar la vida de sus residentes, ofreciendo espacios de encuentro y esparcimiento. Se desarrolla como parte de una iniciativa para renovar el sistema nacional de aeropuertos, con un enfoque en tres ciudades capitales: Ibagué, Yopal y Leticia. La propuesta incluye una organización modular que permite un crecimiento progresivo, respetando la identidad cultural y las condiciones climáticas locales. Se prioriza la sostenibilidad y se fomenta la participación de la comunidad en el proceso de diseño.
En la implantación no había libertad ya que esta obedece a la presencia de la pista por lo que las envolventes deben asumir el reto de responder a las condiciones de viento, sol, luz y agua que dan origen a la forma del conjunto para lograr confort interior em un clima complejo de alta temperatura y humedad. Para definir el proyecto, se hicieron talleres de co-creación con actores locales, en los cuales salió la necesidad de representar el río y la serpiente como símbolos amazónicos. Formas que se manifiestan en una cubierta armada por superficies que se pliegan para facilitar la convección natural del aire interior, introducir la luz norte y sur impidiendo el paso de radiación directa, a la vez que sirven para recuperan las aguas lluvias que pueden ser reutilizadas. Las estructuras, dispuestas en los bordes, buscan generar espacios abiertos y flexibles mientras que sirven de soporte a envolventes que actúan como mecanismos de protección solar. Hacia el andén de llegadas, la cubierta arma un espacio abierto pero cubierto que recibe a los visitantes y genera condiciones para la permanencia y el encuentro ciudadano. Desde la pista, la fachada se inclina para protegerse del sol con superficies de vidrio que mitigan el impacto acústico y facilitan la vista sin reflejos hacia los aviones. El sistema de composición se organiza mediante una lógica formal racional que adquiere un carácter simbólico por medio envolventes hechas con tejidos que aluden a manufacturas locales de las culturas amazónicas. A diferencia de otros aeropuertos que son cerrados, se intentó generar para Leticia, un sistema de bordes activos que actúan como elementos urbanos que se abren a la ciudad generando espacios públicos y comerciales, llevando a la terminal más allá de su función y permitiéndole abrazar el paisaje y los rituales ciudadanos mediante lugares de congregación lúdicos y polifuncionales que motivan el uso continuo y facilitan la apropiación por parte de los habitantes.
EL CONJUNTO El proyecto está constituido por una torre de control, un nuevo cuartel de bomberos, una terminal de carga, una terminal de pasajeros y un sistema de espacios abiertos que se entienden como espacios entregados para el disfrute de la ciudad, ordenados por medio de espacios verdes y paisajísticos que además de contener los parqueaderos y los sistemas de movilidad necesarios para la operación, complementan la estructura urbana armando ámbitos abiertos para el goce de visitantes, usuarios y residentes. LAS PARTES Cada edificio se pensó como una ficha, siendo la más compleja de todas, la terminal de pasajeros, que se entiende como una gran bodega ventilada e iluminada que debe organizar los flujos de pasajeros, así como la complejidad de los sistemas técnicos. Al interior de la terminal, un corredor paralelo al andén de llegadas y la pista, ordena las redes y los recorridos internos armando una columna vertebral sobre la cual gravitan los demás espacios del edificio. Perpendicular al corredor y adyacentes al módulo central, los patios abren el volumen organizando la composición del conjunto y separando las zonas de pasajeros ubicadas en los extremos del módulo central usado para disponer los counters y principales áreas técnicas y operativas del aeropuerto.
Los patios son un actor fundamental de composición. Pensados inicialmente con vegetación nativa y sitios para exponer la producción artesanal y artística local, sirven también para disponer zonas comerciales y gastronómicas que ayudarán a generar ingresos para la operación aeroportuaria. Estos vacíos introducidos en la nave del volumen, permiten ubicar las circulaciones verticales, ductos principales, servicios y las salas de salidas y llegadas, por lo que son un mecanismos para organizar el movimiento interior de pasajeros de forma clara. Enfrentados a los patios se ubican los accesos, por lo que se logra crear la sensación de entrar a un paisaje adentrado, algo único del carácter de este aeropuerto ya que introduce la condición tropical al interior. La sostenibilidad, fue una búsqueda fundamental. Todo está ordenado por medio una coordinación modular que evita desperdicios y facilita actualizaciones futuras. El conjunto es envuelto por un sistema de envolventes bioclimáticas soportadas por una estructura metálica compuesta por columnas en “V” que logran reducir el número de apoyos en el suelo para facilitar la flexibilidad interior, mientras que arriba en cubierta, reciben cerchas que actúan como claraboyas que abren espacios para la entrada de luz indirecta y la extracción de aire caliente por convección natural y ventilación cruzada. Gracias a esta organización espacial en consonancia con el clima, se logra tener una operación sin aire acondicionado en las principales zonas de uso público del aeropuerto, las cuales emplean solamente ventiladores para reforzar los sistemas pasivos de bioclimática.