En una época de tantas rupturas sociales, ecosistémicas y económicas, se hace necesario leer y escribir la realidad mediante una arquitectura integral que busca felicidad y equilibrio desde una visión holística y multidisciplinaria.
El patrimonio visto de forma integral (natural y cultural), deja de entenderse como lo antiguo, para convertirse en lo que tiene valor porque da una unidad de sentido a la evolución, entendida desde su origen (memoria) y la manera en que se despliega hacia el futuro. Desde esa óptica los dos proyectos, Barú y Getsemaní, comparten una misma búsqueda.
La de generar una lectura del paisaje cultural para empoderar desde la pedagogía, la manera en que se habita un sitio con un anhelo de sostenibilidad integral (Económica, social y ambiental).
Para alcanzar ese fin, la visión de este planteamiento intenta recoger dos fuerzas que integradas, sirven de puente para unificar los principios rectores de los dos proyectos.
Por un lado, la pedagogía del espacio sirve como puente con la época de la información, la competitividad y la crisis ambiental por la que atravesamos.
Por otro, la lectura del patrimonio como ese valor desde el cual se puede entablar una conversación histórica con cada lugar para integrar la memoria y lanzarla hacia una prospectiva que integre y ponga en valor las preexistencias.
Esa unión de conceptos la vemos como una oportunidad para lograr los objetivos e impactos que busca la Fundación Santo Domingo en sus proyectos.
LA ESCUELA TALLER En el corazón de Cartagena, se erige un lugar que trasciende lo convencional, ofreciendo una experiencia que fusiona lo sensorial, lo emocional y lo inolvidable para estudiantes, profesores y la comunidad local. Este proyecto arquitectónico es la piedra angular en la revitalización del sector, creando dinámicas urbanas que se expanden hacia la ciudad y se entrelazan con el tejido social.
El espacio, evocador de curiosidad y creatividad, enciende la pasión por el conocimiento de los oficios tradicionales cartageneros. Sus muros, testigos de historia y cultura, abrazan la sombra, el jardín elevado, la paleta de colores, texturas y materiales, en una danza de armonía que transmite calidez, bienestar, pertenencia y orgullo.
El patio, revitalizado y en comunión con la ecología, fomenta una relación consciente con el entorno natural e histórico de Getsemaní. Aquí, los estudiantes aprenden la importancia del cuidado y conservación de los recursos y oficios tradicionales, manteniendo vivo el patrimonio cultural cartagenero.
Este colegio es más que un simple recinto educativo; es un faro de esperanza, un santuario donde se rinde tributo a la riqueza histórica y cultural de Cartagena, un lugar donde las almas jóvenes forjan su futuro mientras abrazan y honran el legado del pasado.
Resaltan el alto valor de los patios interiores como espacios de socialización e interacción humana, potenciadores del bienestar y contribuyentes al desarrollo sostenible de las ciudades.
Se aborda el desafío de maximizar el espacio disponible mediante la implementación de volumetrías ampliadas que aprovechan al máximo de pisos permitidos. Esta expansión vertical permite optimizar el área construida, proporcionando una mayor capacidad y versatilidad a las instalaciones educativas, a la vez que preserva el valioso espacio al aire libre en los patios extendiéndose sobre amplias terrazas en altura.
Los edificios se organizan de manera inteligente alrededor de los patios, ocupando su territorio en el límite máximo permitido. Este diseño eficiente no sólo aprovecha al máximo el área de construcción, sino que también crea un entorno arquitectónico que fomenta la interacción social, la creatividad y el aprendizaje. Los patios actúan como puntos de encuentro y conexión, facilitando el flujo de energía y conocimiento entre los diferentes espacios del colegio.