El proyecto buscó generar una esquina urbana que sirviera de remate de la avenida Jiménez, integrando el parque Espinoza hacia el interior del campus por medio de una plaza cubierta, en la cual se ubicaban los accesos nuevos de la universidad y el auditorio. La cubierta de la plaza generaba una zona verde para el campus y el CRAI, entendido como un edificio bisagra entre lo público y lo privado, y un punto fijo para entrar a la universidad conectándose con el edificio W en los pisos altos. Lo importante era armar un borde activo con la ciudad y un lugar que se abriera al parque generando una vida pública mientras que al interior un sistema verde de patios y cubiertas permitían abrir los espacios académicos a una vida de comunidad integrada por el verde.